Cuando Masó remodeló y unió los interiores de las casas que había adquirido su familia también unificó la parte posterior para crear una gran fachada, la más ancha de las que hay sobre el río. Además de pintarla de color blanco, para hacerla resaltar del conjunto, la distinguió con una serie de revestimientos de cerámica vidriada amarilla que le aportan unas notas de color perfectamente combinadas con las persianas de madera, el azul de las ventanas y el verde de las plantas de la jardinera.